Productos alimenticios elaborados con harina de frutilla obtenida por deshidratación del fruto.
Fecha
2024Autor
Ciappini, María Cristina
Salas, Florencia
Bogado, Diana B.
Lucero, Héctor
0000-0001-9542-3660
Metadatos
Mostrar el registro completo del ítemResumen
En el contexto actual, el desperdicio de alimentos representa un desafío global en términos de
sostenibilidad y seguridad alimentaria. Hasta un 23 % de las frutas y hortalizas se pierden
debido a deterioros microbiológicos y fisiológicos. En el caso de las frutillas, pérdidas mayores
al 5 % de humedad hacen que la fruta no conserve la supervivencia comercial, al afectar la
apariencia y la textura del fruto. Estos cambios suceden después de tres horas de la cosecha,
pero son más notorias a partir del tercer día. Las frutas pierden su consistencia y frescura
características, requeridas no solo para el consumo directo sino también para la elaboración de
pulpas y jugos. Con el fin de encontrar una solución a este problema, se deshidrataron los frutos
que ya no se encontraban en condiciones de ser consumidos como frescos, pero aún eran aptos
para el uso alimenticio. En ensayos previos, se estableció que la temperatura más adecuada para
el secado era igual a 70 ºC y la velocidad, de 0,7 m/s. Las frutillas se presentaron en láminas de
entre 1 y 2 mm de espesor y, una vez secas, se molieron en un molino de cuchillas, obteniendo
una harina que conservó el sabor y la coloración de la fruta. En promedio, el contenido de
proteínas de la harina deshidratada fue igual a 7,6 ± 0,8 g/100 g y el de fibra alimentaria, igual a
15,1 ± 1,3 g/100 g. El objetivo del presente trabajo fue explorar el uso potencial de la harina de
frutilla, como una alternativa innovadora para aprovechar al máximo este valioso recurso, capaz
de aportar importantes beneficios a la salud humana. Se estudió la viabilidad del uso de la
harina de frutilla en diferentes matrices alimentarias, incorporándola a distintos sustratos. Se
observó compatibilidad de esta harina con las matrices proteicas y grasas, en las que se
desarrolló un color rojizo más o menos intenso, de acuerdo a la cantidad de harina en la mezcla,
y un olor y sabor agradables. En leche (pH = 6,6), la mezcla presentó un color violáceo; la
acidez del jugo de limón (pH = 2,3) puso de manifiesto el color rojo óptimo de las antocianinas,
responsables del color de las frutillas; mientras que en agua, (pH = 7,2), se desarrolló un color
marrón desagradable. Con estos antecedentes, se prepararon una mouse, crema chantilly
saborizada, panificados salados, como pan y grisines, y dulces, como muffins, budín, galletitas y
panqueques. En los panificados se desarrolló un color típico a chocolate, especialmente intenso
en muffins y budines, lo que los convirtió en productos que podrían destinarse a consumidores
que no pueden ingerir chocolate. Estas preparaciones fueron seleccionadas estratégicamente
para abarcar distintas categorías de alimentos y así determinar el comportamiento de la harina
de frutilla en cada una de ellas. Se dará continuidad a la preparación de otros productos,
utilizando la harina de frutillas como ingrediente, colorante y/o saborizante, según corresponda.
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